Acuarela

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lunes, 15 de julio de 2013

Vida cotidiana antes y después de las Navas de Tolosa

Terrenos cultivados cerca de Calatrava la Vieja
Afianzada la ocupación musulmana, sin resistencias notables en La Mancha, se conformó una nueva sociedad a través de procesos de asimilación y adaptación de costumbres, lenguas y creencias religiosas.

Aún así la zona permaneció escasamente poblada hasta las Navas de Tolosa, pasando de tierra de tránsito a frontera, condicionando los modos de vida cotidianos y la actividad económica.

La dedicación principal de la población durante la dominación árabe fue la ganadería extensiva de ovino. Para aprovechar mejor los pastos del Campo de Calatrava y el Valle de Alcudia se desarrolló la transhumancia de los ganados.

Durante la época Almohade los soldados musulmanes complementaban la merma de sus ingresos por tributos y botines, con el cultivo de las tierras cercanas a los castillos y fortalezas a las que tenían derecho de explotación en usufructo.

Las operaciones bélicas no permitieron un desarrollo de la agricultura, que se limitó al cereal de secano y en menor medida a la vid y al olivo a pesar de tener prohibido el consumo de vino. Cerca de los ríos, los árabes cultivaron huertas y árboles frutales donde tuvieron la oportunidad de desarrollar sus técnicas de regadío, pozos, norias, azudes y acequias.

La alimentación se complementaba con las capturas de la pesca y de la caza, ciervos, conejos, perdices y jabalíes, además de los animales domésticos, gallinas y cerdos.

El comercio se limitó a la comercialización de la lana, el queso, la miel y la cera. Se desarrolló la alfarería sobre todo en Calatrava con apreciadas piezas de cerámica y vidrio. Trabajaron también el hierro para producir armas y herramientas.

Explotaron el mercurio en las minas de Almadén[1] y el plomo, la plata y el hierro en Mestanza, Solana del Pino, Valle de Alcudia y Montes de Toledo.

Los métodos constructivos musulmanes fueron, en los castillos y fortalezas, tapiales de tierra sobre zócalo de mampostería. Los sillares de piedra los empleaban en las torres, puertas y esquinas. En las viviendas tapiales de tierra sobre base de mampostería, tejados sobre vigas de maderas cubiertas de barro y jaras o retamas. La teja la utilizaban en las construcciones más nobles.

Enterraban a sus difuntos en necrópolis que ubicaban en los caminos de entrada a las ciudades. Existe una necrópolis Almohade en Calatrava la Vieja y mezquitas documentadas en Almedina, Calatrava y Arenas.

La sociedad castellana

El poder del rey era casi absoluto. No solo disponía de la soberanía y del poder político sobre el territorio, sino que también pertenecía a él la propiedad bajo la figura del realengo que podía ceder a los nobles, monasterios, concejos y órdenes militares.

Para el mejor gobierno de su reino se apoyaba en un escaso número de personas, los altos funcionarios, Mayordomo, Alférez, Merino, Canciller y Notarios. Desde 1206 ocupó el cargo de Canciller, el Arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Jiménez de Rada, personaje fundamental en la campaña de las Navas, dato que nos aclara la gran importancia de la Iglesia.

Existía también la Curia, un órgano colegiado de consejo y asistencia del monarca en asuntos políticos, económicos, militares y judiciales del que formaban parte la familia real, los nobles y los obispos.

Un reducido número de familias nobles se encontraban en lo más alto de la sociedad controlando todos los mecanismos del poder político y económico. Apellidos como los Lara, Castro y Haro, serán los protagonistas durante la minoría de edad de Alfonso VIII y en los enfrentamientos con los musulmanes y otros reinos cristianos.

La mayoría de los habitantes que vivían en el reino de Castilla durante el siglo XII se dedicaban a la ganadería y la agricultura. El comercio y otras actividades económicas tenían escasa importancia.

La lucha contra los musulmanes y la necesidad de poblar los nuevos territorios que se conquistaban, favorecieron durante el reinado de Alfonso VIII la generación de una sociedad de hombres libres. Los musulmanes cautivados durante las incursiones, quedaban privados de libertad al servicio de sus amos cristianos hasta que pagaban un rescate o eran canjeados.

Los ingresos de la corona provenían de las rentas que obtenía del realengo de la tierra y del “quinto” del botín que se obtenía en las conquistas. Para la campaña de las Navas, la corona tuvo que solicitar una aportación extraordinaria a los súbditos “pedido”. El clero de Castilla aportó la mitad de las rentas del año[2].

A medida que avanzaba la reconquista, las incursiones de los ejércitos se cebaban con los cultivos y las propiedades, arrasándolos.

Conseguidos algunos territorios por los cristianos, con el fin de fomentar la actividad agrícola y la fijación de población, la orden de calatrava concedía a cada colono una yugada de tierra para labrar y un solar para hacer casa. Este proceso de articulación espacial, territorial y poblacional se apoyó en las fortalezas, aldeas, parroquias y casas de explotación rural[3].

Alfonso VIII ordenó al Concejo de Calatrava que la Orden tuviera en cada castillo 40 yugadas (1200 has.).

Alfonso VIII entregó a partir de 1171 a las órdenes militares, territorios en poder de nobles castellanos constituyéndose las primeras encomiendas en Calatrava, Guadalerzas y Malagón.

Las cartas de población obligaban a plantar viñas para fijar población con un cultivo arraigado y de ciclo más largo que los cereales.

El fuero de Cuenca, inspirador de la mayoría de las cartas fundacionales, clasifica a los vecinos entre caballeros y peones, según su disposición para hacer la guerra o cultivar la tierra. La sociedad se complementaba con moros cautivos y moros libres.

A medida que la frontera se desplaza hacia el sur, la guerra empieza a ceder su dominio a la hora de clasificar a los habitantes.

La religión

Para ser miembro de pleno derecho de la comunidad política era necesario profesar la fe religiosa dominante. En al-Ándalus solo eran ciudadanos, los creyentes en el Islam. Los cristianos y judíos eran dimmíes o sometidos que tenían que pagar tributos para ser tolerados. En los reinos cristianos los judíos y musulmanes formaban comunidades segregadas, eran tolerados y pertenecían al rey que debían protegerlos.

Durante el reinado de Alfonso VIII el arzobispo de Toledo ocupaba la jerarquía de la iglesia y era el legado pontificio para los reinos cristianos. Los obispos tenían también un gran peso político con lazos directos con el propio monarca y las familias más pudientes.

Anexo 8) Torreón de Moratalaz
Torreón de Moratalaz

Situado a seis kilómetros de Manzanares en dirección a Daimiel sobre un alcor dominante en la margen izquierda de rio Azuer. Construido por los árabes en fecha sin determinar para controlar la vega del rio y proteger a los pastores que vivían en las inmediaciones.

Se despobló años después de las Navas de Tolosa, tras la construcción del castillo de Pilas Bonas que dio origen a la población de Manzanares.

En la actualidad tan solo sigue en pie uno de sus muros de unos 8 m. de longitud, 2 m. de grosor y 15 m. de altura. Construido de piedras pequeñas calizas unidas con argamasa. Por la configuración del suelo es probable que tuviera planta cuadrada[4].

Anexo 9) Ermita de la Virgen del Castillo de Chillón

Ubicada al sur de Chillón, a unos 700 m. de altitud en una de las estribaciones de Sierra Morena. Fue construida sobre los restos de una antigua for­taleza de origen musulmán en parte restaurados por la Hermandad de la Virgen. 

En los paredones cuarcíticos que la rodean, existen pinturas rupestres de arte esquemático. Desde este punto, es posible observar una impresionante panorámica de varios kilómetros, alcanzando la vista hasta las provincias de Badajoz y Córdoba, por lo que se considera que estamos en el punto de unión de tres Comunidades Autónomas.

La ermita consta de una sola nave con un retablo barroco, la imagen de la virgen pudo llegar hasta este emplazamiento a manos de los caballeros de la Orden de Calatrava. Cuenta la leyenda que las tropas cristianas de Alfonso VII, al conquistar Chillón hacia 1155 y ocupar este castillo, trajesen con ellos a esta imagen de la Virgen para tenerla como centro de sus plegarias. Pero conocido el flujo y reflujo de la Reconquista durante este período, ello justifica que, al tenerlo que abandonar en alguna ocasión, los cristianos guardasen la imagen de su Virgen en la pequeña cueva que bajo la muralla del castillo en su lado Sur, había engendrado la naturaleza. Y allí permanecería oculta años y años hasta que, reconquistadas estas tierras por Fernando III definitivamente, el señor suscitara el momento oportuno de su aparición. 

[1] Almadén (Al-madin) significa la mina. 
[2] MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo, op. Cit., p. 232. 
[3] RODRÍGUEZ-PICAVEA MATILLA, Enrique, “Poblamiento y territorio en el señorío castellano de la Orden de Calatrava, (siglos XII y XIII)” Actas del I Congreso Internacional sobre el 850 aniversario de la fundación de la Orden de Calatrava, IEM, 2009. Página 156 
[4] GARCÍA NOBLEJAS, José Antonio, “Estudio crítico sobre el origen y nombre de Manzanares”, Instituto de Estudios Manchegos.

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