Acuarela

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viernes, 5 de julio de 2013

Julio, mes de guerras y batallas. Alarcos y Navas de Tolosa


Navas de Tolosa de Van Halen, Senado de Madrid.
El mes de julio ha sido históricamente la época idónea para el desarrollo de campañas militares. Los días son largos, la posibilidad de lluvia es casi nula, los caminos y campos no están embarrados y se encuentran transitables y los cauces de los ríos, o están secos o llevan una caudal escaso. Todos estos factores permiten la movilidad de los ejércitos.

No es casualidad por tanto, que durante este mes tuvieran lugar grandes batallas campales, aquellas en las que los ejércitos contendientes, se preparan con tiempo y se encuentran en un lugar y un momento determinado. Así podemos citar:
Batalla de Alarcos, 19 de julio de 1195
Batalla de las Navas de Tolosa, 16 de julio de 1212
Batalla de Bailén, 19 de julio de 1808
Inicio de la Guerra Civil Española, 18 de julio de 1936
Inicio de la Batalla del Ebro, julio de 1938

Batalla de las Navas de Tolosa
El lunes 16 de julio de 2012 se cumplirán 801 años de la Batalla de Las Navas de Tolosa, llamada en la historiografía árabe Batalla de Al-Uqab (معركة العقاب. Tuvo lugar cerca de la población jienense de Santa Elena. La victoria en las Navas, permitió extender los reinos cristianos, principalmente el de Castilla, hacia el sur de la península Ibérica.

Nuestras tierras tuvieron un papel fundamental, no solo en el recorrido de las tropas cristianas desde Toledo. La Mancha fue desde 1147, una extensa frontera, prácticamente despoblada y jalonada por una serie de castillos defensivos, entre los que se encontraba el Castillo del Tocón de Membrilla, que caían sucesivamente en manos cristianas y sarracenas.

Esta decisiva batalla fue el resultado de la cruzada organizada por el rey Alfonso VIII de Castilla, el arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada y el papa Inocencio III contra los almohades musulmanes que dominaban Al-Ándalus y amenazaban los reinos cristianos tras la derrota del rey castellano en la batalla de Alarcos (1195), que había tenido como consecuencia el desplazamiento de la frontera hasta los Montes de Toledo, amenazando la propia ciudad de Toledo y el valle del Tajo.

A lo largo de los próximos capítulos haremos un repaso de la ocupación musulmana de La Mancha, los antecedentes de la batalla, el contexto histórico, el papel de las Órdenes Militares, los modos de vida cotidianos, el avance de las tropas por nuestra provincia y las consecuencias de la victoria cristiana. Al mismo tiempo combinaremos el relato, con una semblanza de los personajes participantes y la descripción de los castillos, fortificaciones y parajes que fueron escenario de la contienda.

La batalla de las Navas fue una etapa importante en el largo proceso de siete siglos que liberó la Península Ibérica del dominio musulmán, pero muchos autores cuestionan el término Reconquista, que ha definido esta compleja parte de nuestra historia y lo hacen en base a la inexistencia de los reinos cristianos en el momento de la ocupación musulmana, no se puede volver a conquistar algo que no se ha poseído previamente. Además, el periodo estuvo marcado, dentro de los dos bandos contendientes, por desacuerdos, enfrentamientos y luchas dinásticas y territoriales, pero también, por treguas y pactos estratégicos y económicos, incluso con el enemigo religioso.

En cualquier caso, podemos afirmar que la victoria cristiana en las Navas abrió el camino para una nueva configuración territorial y poblacional de las tierras de La Mancha, que con leves matices es la que tenemos hoy día.

Ocupación musulmana de La Mancha.

La Mancha, por su ubicación en el centro de la Península Ibérica, no ha sido una región aislada y por ello desde los albores de la historia ha recibido influjos desde el Mediterráneo, el Atlántico, el norte y el sur de la Península, convirtiéndose en zona estratégica muy importante. Podemos destacar aquí el papel principal de La Mancha dentro del sistema de comunicaciones romano.

Teniendo en cuenta la dificultad que supone atravesar Sierra Morena, se han utilizado históricamente cuatro pasos naturales entre Andalucía y La Mancha:
· Con el este de Jaén, la Puerta de Segura por el Barranco Hondo cerca de Villamanrique hasta llegar al Puerto de San Esteban.
· En el punto central con Andalucía a través de Despeñaperros por el Puerto del Muradal.
· Con los Pedroches en Córdoba, por el Valle de Alcudia.
· Hacia el oeste de Córdoba, por Almadén y Chillón.

El control del paso entre Toledo y Córdoba dio lugar a la construcción de numerosos castillos y fortalezas durante el dominio árabe. El paso más utilizado por los ejércitos cristianos y musulmanes durante la Reconquista fue el Puerto del Muradal, cerca de Despeñaperros.

La invasión árabe de España se produjo en el año 711. El primer contacto musulmán con tierras manchegas fue el de Tariq en su avance militar desde el Guadalquivir camino de Toledo. La tropa musulmana no debió encontrar en La Mancha el menor obstáculo debido a la escasez de pobladores. Se estableció en ella el pueblo berebere (provenían del norte de África), especialmente cuatro tribus, los Butr que se asentaron en el actual Campo de Calatrava, los Masmuda que lo hicieron en la cuenca alta del Guadiana, en el Campo de Montiel, los Nafza en los Montes de Toledo y los Baranis en el Valle de Alcudia, conocido por los árabes como “Fahs al-Balluts” (Campo de las Bellotas)[1].

Afianzada la ocupación, sin resistencias notables en La Mancha, se conformó una nueva sociedad a través de procesos de asimilación y adaptación de costumbres, lenguas y creencias religiosas. Pronto empezamos a encontrar noticias de la presencia musulmana en nuestras tierras. En el año 746 según la división administrativa de Yusuf el Fihri, los territorios de La Mancha quedaron incluidos bajo la dependencia administrativa de la Marca Media centralizada en Toledo[2].

Oreto, Consuegra y Caracuel aparecen citados como núcleos de población dependientes de Toledo, pero sin duda es Calatrava (la vieja) Qal'at Rabah قلعة رباح, el más importante y por ello lugar de rebeliones y enfrentamientos con los Omeyas cordobeses, documentados en los años 785, 834 y 852 que hicieron necesaria una importante reconstrucción en el año 853.

Es más que probable que entre los años 850 y 860 se construyera por los musulmanes el Castillo Fortaleza de Salvatierra, debido a la situación estratégica de la zona.

En el año 878, Caracuel fue escenario de una batalla entre el caudillo cordobés Haxim y el rebelde Ibn Mervan aliado del rey de León. Haxim fue derrotado y hecho prisionero. Un año después, el califa de Córdoba envía una expedición para reducir Caracuel y otras plazas de la región.

En el año 885 Eznavexore contempló también revueltas contra el Emir de Córdoba.

En el año 912, de nuevo el califa Abderramán III dirige una expedición contra Al-fath ben Zennum tomando Caracuel y otros castillos.

Durante el dominio musulmán de la península, los árabes construyen en Malagón un castillo sobre un pequeño cerro, convirtiéndose en una plaza fuerte en el camino de Calatrava a Toledo. El primer Señor del Castillo de Malagón es Ibn Ardabalis. Éste rige con mano dura su pueblo llegando a enfrentarse personalmente con Abderrahmán III, califa de Córdoba. Acaba siendo reducido, es ejecutado y su cabeza expuesta en la mezquita de Córdoba en el año 912.

A mediados del siglo X, la población del Campo de Calatrava y la llanura manchega vivía de forma dispersa alojada en construcciones rurales o alquerías, dependientes de los castillos o fortalezas. Así lo comprobó Ibn Hawqal, un mercader de origen oriental en su viaje de Córdoba a Toledo donde pudo encontrar “albergue para cada noche en populosas alquerías”[3].

Los musulmanes construyeron sus castillos y fortificaciones con gran robustez a base mampostería. Los sillares de piedra los empleaban para reforzar las torres, puertas y esquinas. En algunos casos utilizaban hiladas de ladrillo y tapiales de tierra sobre zócalos de mampostería al igual que en las viviendas. Los tejados los forjaban sobre vigas de maderas cubiertas de barro, jaras o retamas. La teja la utilizaban en las construcciones más nobles.

Con la entrada del siglo XI, las fortalezas construidas por los árabes en La Mancha: Alarcos, Alcobela, Almedina, Alhambra, Argamasilla, Benavente, Caracuel, Eznavejor, Mesnera, Malagón, Montiel, Rocafrida, Peñarroya, Salidiello, Moratalaz, Calatrava, El Tocón, Almodóvar, Chillón o Miraflores, vieron ampliada la función de vigilancia de sus dominios, con la de defensa ante los reinos cristianos del norte que dirigían sus incursiones hacia Toledo.
Castillo de Caracuel
Castillo de Malagón. Vida Manchega, inicios del S. XX
Anexo 1) Castillo de Caracuel de Calatrava

Se encuentra en el llamado Monte Nogales. De origen musulmán fue construido probablemente en el siglo IX, y reformado en los siglos XII y XIII. Finalizada la tarea de la reconquista, el castillo de Caracuel pasó definitivamente a la Orden de Calatrava.

En la actualidad presenta gran deterioro por el abandono y la falta de actuaciones de mantenimiento o consolidación, pero aún así, en el castillo se aprecian todavía restos importantes, destacando una gran torre pentagonal albarrana, de unos 10 mts. de altura, con tres pisos interiores. Conserva saeteras en sus caras laterales y un ventanal en su cara posterior. La Construcción es de mampostería con algunos sillares situados estratégicamente. Tras la torre se levantan los restos de la costina principal en la que destacan tres grandes torres una de ellas cubierta con bóveda de cañón. También dispone de un recinto cuadrado y los restos de un aljibe.

Cuenta la leyenda que en este castillo vivía una reina árabe llamada Clara. El nombre de Caracuel derivó de caracruel por la cara tan cruel que tenía dicha reina.

Las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1575 lo describen así:
“Hay un castillo a la parte de poniente antiguo de materiales cal y canto va todo caído sino es una torre”.

Anexo 2) Castillo de Malagón

Situado en las proximidades de donde hoy se encuentra el convento de San José fundado por Santa Teresa de Jesús. A principios del S. XX los restos que quedaban fueron derruidos construyéndose en su lugar algunas casas.

Después de la Batalla de las Navas de Tolosa, el Papa Inocencio III reitera en una bula la posesión de la Orden de Calatrava sobre el Castillo en el año 1214. En él se alojó Santa Teresa de Jesús entre el 1 y el 11 de abril de 1568 cuando era dueña del castillo Dª Luisa de la Cerda, hermana del Duque de Medinaceli.

Cuentan los lugareños, que estaba unido mediante cuevas y galerías a la cercana sierra de los moros.

Las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1757 describen así el Castillo de Malagón:

“Hay una casa fortaleza en la cual hay parte de aposentos baxos y altos junto a esto esta la torre de cuatro esquinas que terna más de veinte estados de alto, tiene asidas cuatro hijuelas, tiene su muy buen pozo dentro, de mucho agua y buena esta dentro en el pueblo fundado sobre un cerrillo de tierra a lo que se entiende fue esporteada para hacer la fortaleza”. “El castillo susodicho de tapicería de argamasa con algunas rafas de ladrillo y las esquinas de piedra labrada tiene tres u cuatro tirillos y cien arcabuces y otras cien picas”.


[1] DE JUAN GARCÍA, Antonio, “Ciudad Real y su provincia”, tomo II, Editorial Gever, Sevilla 1996, página 96.
[2] IZQUIERDO BENITO, Ricardo "Alarcos el fiel de la balanza”, “El Poblamiento de La Mancha en el siglo XII". JCCM. 1995. Pág. 99.
[3] RUIZ GÓMEZ, Francisco, “Los orígenes de las Órdenes Militares y la repoblación de los territorios de la Mancha (1150-1250)”, página 43.

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